Habrá una evaluación periódica de los pacientes durante 16 meses para registrar los síntomas de la enfermedad de Parkinson, incluyendo temblor, rigidez del tronco y extremidades, equilibrio, coordinación deteriorada y reducción de movimientos.
El Centro Médico de la Universidad Rush de Chicago anunció su participación en un nuevo estudio para comprobar si el uso de dosis elevadas de una sustancia tipo vitamina, que genera el humano, puede retardar el avance del Parkinson, un desorden neurodegenerativo que afecta a más de un milllón de estadounidenses.
La investigación, que se realizará entre varias universidades de Estados Unidos y Canadá, trabajará con la sustancia llamada Coenzima Q10, que se produce naturalmente en el cuerpo y es un vínculo importante en la cadena de las reacciones químicas generadoras de energía de las mitocondrias, explicó la doctora Katie Kompoliti.
La neuróloga de la Universidad Rush, especialista en desórdenes del movimiento, precisó que la coenzima Q10 es un elemento importante en las "centrales eléctricas" de las células, y un antioxidante potente, "un químico que absorbe químicos potencialmente dañinos generados durante el metabolismo normal".
El estudio parte de varias investigaciones previas que han demostrado que los pacientes de Parkinson deterioran la función mitocondrial y manifiestan niveles bajos de la coenzima Q10, y en las que se ha recurrido al uso de varias dosis de esta sustancia en un pequeño grupo de pacientes con la enfermedad en etapa temprana.
En esas pruebas se utilizó la sustancia durante 16 meses, comprobando que los pacientes que tomaban dosis altas experimentaron perceptiblemente una menor declinación que otros pacientes en las funciones motoras y habilidades para realizar actividades diarias, como alimentarse o vestirse por sí mismos.
Las investigaciones previas de laboratorio han demostrado también que la coenzima Q10 puede proteger el área del cerebro dañado en Parkinson, y en esta nueva fase de estudio, en la que participarán especialistas de la UR, se plantea que el uso de dosis altas de la misma frenaría la evolución de la enfermedad.
En el actual estudio, financiado por el Instituto Nacional de Salud y el Instituto Nacional de Neurología y Desórdenes, participarán 600 pacientes seleccionados al azar en 60 centros médicos de Estados Unidos y Canadá, que recibirán dosis de la enzima de 1,200 miligramos y 2,400 mg, entregados en obleas masticables que también contienen vitamina E.
Habrá una evaluación periódica de los pacientes durante 16 meses para registrar los síntomas de la enfermedad de Parkinson, incluyendo temblor, rigidez del tronco y extremidades, equilibrio, coordinación deteriorada y reducción de movimientos.
También serán evaluados en su capacidad de realizar actividades diarias, su calidad de vida total y la necesidad de tomar medicaciones para aliviar síntomas.
Actualmente, agregó Kompoliti, "las mejores terapias que tenemos para el Parkinson pueden sólo cubrir los síntomas, pero no alteran la enfermedad".
Advirtió que los investigadores, incluyéndose ella, se mantienen cautelosos sobre los resultados y requerirán de una revisión más extensa para confirmarlos. Chicago, Illinois, EU
La investigación, que se realizará entre varias universidades de Estados Unidos y Canadá, trabajará con la sustancia llamada Coenzima Q10, que se produce naturalmente en el cuerpo y es un vínculo importante en la cadena de las reacciones químicas generadoras de energía de las mitocondrias, explicó la doctora Katie Kompoliti.
La neuróloga de la Universidad Rush, especialista en desórdenes del movimiento, precisó que la coenzima Q10 es un elemento importante en las "centrales eléctricas" de las células, y un antioxidante potente, "un químico que absorbe químicos potencialmente dañinos generados durante el metabolismo normal".
El estudio parte de varias investigaciones previas que han demostrado que los pacientes de Parkinson deterioran la función mitocondrial y manifiestan niveles bajos de la coenzima Q10, y en las que se ha recurrido al uso de varias dosis de esta sustancia en un pequeño grupo de pacientes con la enfermedad en etapa temprana.
En esas pruebas se utilizó la sustancia durante 16 meses, comprobando que los pacientes que tomaban dosis altas experimentaron perceptiblemente una menor declinación que otros pacientes en las funciones motoras y habilidades para realizar actividades diarias, como alimentarse o vestirse por sí mismos.
Las investigaciones previas de laboratorio han demostrado también que la coenzima Q10 puede proteger el área del cerebro dañado en Parkinson, y en esta nueva fase de estudio, en la que participarán especialistas de la UR, se plantea que el uso de dosis altas de la misma frenaría la evolución de la enfermedad.
En el actual estudio, financiado por el Instituto Nacional de Salud y el Instituto Nacional de Neurología y Desórdenes, participarán 600 pacientes seleccionados al azar en 60 centros médicos de Estados Unidos y Canadá, que recibirán dosis de la enzima de 1,200 miligramos y 2,400 mg, entregados en obleas masticables que también contienen vitamina E.
Habrá una evaluación periódica de los pacientes durante 16 meses para registrar los síntomas de la enfermedad de Parkinson, incluyendo temblor, rigidez del tronco y extremidades, equilibrio, coordinación deteriorada y reducción de movimientos.
También serán evaluados en su capacidad de realizar actividades diarias, su calidad de vida total y la necesidad de tomar medicaciones para aliviar síntomas.
Actualmente, agregó Kompoliti, "las mejores terapias que tenemos para el Parkinson pueden sólo cubrir los síntomas, pero no alteran la enfermedad".
Advirtió que los investigadores, incluyéndose ella, se mantienen cautelosos sobre los resultados y requerirán de una revisión más extensa para confirmarlos. Chicago, Illinois, EU
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