Lo que está a debate en Europa es el libre flujo de contenidos, sobre los cuales no debería haber control ni estatal o empresarial en beneficio de los usuarios
El 30 de junio, la Comisión Europea abrió una consulta pública sobre el tema de la neutralidad de internet, por lo que la eventual gestión del tráfico en la red por parte de los operadores de telecomunicaciones será tema central de la agenda europea durante los próximos meses.
Lo que está a debate es el principio de neutralidad de la red, que se refiere al libre flujo de contenidos, sobre los cuales no debería haber control ni estatal o empresarial en beneficio de los usuarios, quienes por ahora tienen la libertad de acceder a los contenidos de su preferencia, sin que éstos pasen por el tamiz de los operadores, los cuales podrían incurrir en discriminar a determinados sitios.
Esta postura es defendida por proveedores de contenidos como Google y Apple, la marca tecnológica de mayor valor en el mercado bursátil por arriba de Microsoft.
Por otro lado, algunas empresas operadoras de telecomunicaciones desconfían de la neutralidad de la red y de las empresas que la promueven. Sostienen que llevar contenidos convergentes requiere de una infraestructura en la que ellos invierten cantidades millonarias. Por ello, han llegado a sugerir cobrar una cuota de peaje a los proveedores que ponen a disposición de los usuarios contenidos cada vez más sofisticados y que necesitan para su pleno funcionamiento de un ancho de banda considerable.
Un ejemplo de esta sofisticación audiovisual que permite la convergencia digital es el auge de los sitios de descargas, que con la tecnología streaming ha revolucionado las formas de consumo de los usuarios de internet. Estas últimas semanas los internautas hemos sido testigos de la evolución audiovisual de la red, con las transmisiones del mundial de Sudáfrica que muchos hemos podido disfrutar en nuestra computadora.
Este es el dilema a resolver para la Comisión Europea. ¿Hasta qué punto los contenidos de internet pueden ser gestionados y discriminados por los que detentan la infraestructura? ¿Hasta qué punto los proveedores de contenidos digitales pueden seguir detentando un modelo de negocio basado en una infraestructura ajena? La respuesta se puede encontrar en los usuarios. Más allá de los intereses particulares en la sociedad del siglo XXI, la red es una infraestructura nodal para el desarrollo humano.
El debate público que tiene como marco la agenda digital europea pretende que ninguna parte se imponga sobre otra y pondrá sobre la mesa temas circundantes, como la creación de incentivos para la inversión y el establecimiento de reglas mínimas de calidad del servicio que prestan las empresas del sector, que en Europa es diverso a diferencia de países como Estados Unidos y México.
El debate no es un asunto particular de Europa. En Estados Unidos, donde existe una conectividad de más de 80%, el presidente Barack Obama ha defendido la neutralidad de internet desde su campaña electoral, que le ha valido el enfrentamiento con los gigantes de las telecomunicaciones y los grandes medios de comunicación, en una industria ligada entre sí dentro de un escenario de convergencia.
Hace unos meses, la corte de EU falló en contra de la Comisión Federal de Comunicaciones, la cual había impuesto una multa a la empresa Comcast por discriminar contenidos de sitios de descargas. Un claro revés a las pretensiones del presidente Obama de garantizar una red libre, pero del cual se intenta reponer con su reciente propuesta de liberar 500 Megahertz del espectro del gobierno, para expandir los servicios de banda ancha y proveer a 100 millones de estadounidenses de internet de alta velocidad.
En el trasfondo de este debate observamos el reconocimiento explícito de economías desarrolladas de que las telecomunicaciones, su infraestructura y servicios representan el sistema nervioso de las sociedades modernas y que retrasar su discusión centrada en el interés público representa el estancamiento económico y social de las naciones y regiones del mundo.
Mientras en otros países se discute sobre la responsabilidad y rendición de cuentas de las empresas de telecomunicaciones y de contenidos audiovisuales, de los gobiernos y de las empresas representativas de la economía digital, así como sobre los derechos de los usuarios, en México permanecemos al margen de una discusión abierta y transparente sobre lo que acontece en este sector, que requiere de sana y renovada competencia y de políticas públicas responsables que miren por el desarrollo humano.
*Directora de la Cátedra Sociedad de la Información del Tec de Monterrey / CCM
El 30 de junio, la Comisión Europea abrió una consulta pública sobre el tema de la neutralidad de internet, por lo que la eventual gestión del tráfico en la red por parte de los operadores de telecomunicaciones será tema central de la agenda europea durante los próximos meses.
Lo que está a debate es el principio de neutralidad de la red, que se refiere al libre flujo de contenidos, sobre los cuales no debería haber control ni estatal o empresarial en beneficio de los usuarios, quienes por ahora tienen la libertad de acceder a los contenidos de su preferencia, sin que éstos pasen por el tamiz de los operadores, los cuales podrían incurrir en discriminar a determinados sitios.
Esta postura es defendida por proveedores de contenidos como Google y Apple, la marca tecnológica de mayor valor en el mercado bursátil por arriba de Microsoft.
Por otro lado, algunas empresas operadoras de telecomunicaciones desconfían de la neutralidad de la red y de las empresas que la promueven. Sostienen que llevar contenidos convergentes requiere de una infraestructura en la que ellos invierten cantidades millonarias. Por ello, han llegado a sugerir cobrar una cuota de peaje a los proveedores que ponen a disposición de los usuarios contenidos cada vez más sofisticados y que necesitan para su pleno funcionamiento de un ancho de banda considerable.
Un ejemplo de esta sofisticación audiovisual que permite la convergencia digital es el auge de los sitios de descargas, que con la tecnología streaming ha revolucionado las formas de consumo de los usuarios de internet. Estas últimas semanas los internautas hemos sido testigos de la evolución audiovisual de la red, con las transmisiones del mundial de Sudáfrica que muchos hemos podido disfrutar en nuestra computadora.
Este es el dilema a resolver para la Comisión Europea. ¿Hasta qué punto los contenidos de internet pueden ser gestionados y discriminados por los que detentan la infraestructura? ¿Hasta qué punto los proveedores de contenidos digitales pueden seguir detentando un modelo de negocio basado en una infraestructura ajena? La respuesta se puede encontrar en los usuarios. Más allá de los intereses particulares en la sociedad del siglo XXI, la red es una infraestructura nodal para el desarrollo humano.
El debate público que tiene como marco la agenda digital europea pretende que ninguna parte se imponga sobre otra y pondrá sobre la mesa temas circundantes, como la creación de incentivos para la inversión y el establecimiento de reglas mínimas de calidad del servicio que prestan las empresas del sector, que en Europa es diverso a diferencia de países como Estados Unidos y México.
El debate no es un asunto particular de Europa. En Estados Unidos, donde existe una conectividad de más de 80%, el presidente Barack Obama ha defendido la neutralidad de internet desde su campaña electoral, que le ha valido el enfrentamiento con los gigantes de las telecomunicaciones y los grandes medios de comunicación, en una industria ligada entre sí dentro de un escenario de convergencia.
Hace unos meses, la corte de EU falló en contra de la Comisión Federal de Comunicaciones, la cual había impuesto una multa a la empresa Comcast por discriminar contenidos de sitios de descargas. Un claro revés a las pretensiones del presidente Obama de garantizar una red libre, pero del cual se intenta reponer con su reciente propuesta de liberar 500 Megahertz del espectro del gobierno, para expandir los servicios de banda ancha y proveer a 100 millones de estadounidenses de internet de alta velocidad.
En el trasfondo de este debate observamos el reconocimiento explícito de economías desarrolladas de que las telecomunicaciones, su infraestructura y servicios representan el sistema nervioso de las sociedades modernas y que retrasar su discusión centrada en el interés público representa el estancamiento económico y social de las naciones y regiones del mundo.
Mientras en otros países se discute sobre la responsabilidad y rendición de cuentas de las empresas de telecomunicaciones y de contenidos audiovisuales, de los gobiernos y de las empresas representativas de la economía digital, así como sobre los derechos de los usuarios, en México permanecemos al margen de una discusión abierta y transparente sobre lo que acontece en este sector, que requiere de sana y renovada competencia y de políticas públicas responsables que miren por el desarrollo humano.
*Directora de la Cátedra Sociedad de la Información del Tec de Monterrey / CCM
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