viernes, 13 de agosto de 2010

Gran Telescopio Milimétrico mexicano abre horizontes científicos


Se ubica en la cumbre del volcán Sierra Negra, municipio de Atzitzintla, Puebla, cuya puesta en marcha se proyecta para finales de este año.

Desde tiempo remoto, el Universo representa una fijación en el conocimiento humano, ya sea para tratar de entender el origen de la vida misma en el planeta o de los principios físicos que rigen el comportamiento de los astros, por mencionar algunos casos.

Esa obsesión hacia lo que sucede en la bóveda celeste, como era llamado, ha llevado a grandes avances científicos a nivel mundial, y en la actualidad México es participante y sede de uno de los más importantes en la última década. Se trata del Gran Telescopio Milimétrico (GTM), cuya puesta en marcha se proyecta para finales de este año.

Este desarrollo es el telescopio más grande de su tipo construido hasta ahora, y es un esfuerzo binacional entre México y Estados Unidos, a cargo del Instituto Nacional de Astrofísica, Óptica y Electrónica (INAOE) y la Universidad de Massachusetts, respectivamente. Debido a su inversión de mil 550 millones de pesos es calificado como el proyecto científico más importante de la historia a nivel nacional.

“El instrumento se construyó en el país. Manos mexicanas tratan directamente con los problemas que implican este tipo de iniciativas. No se importa conocimiento, sino que se está haciendo en el país”, dijo el doctor Juan Carlos Jáuregui Correa, ingeniero responsable del proyecto.

“El Gran Telescopio Milimétrico constituye un importante paso para paliar el déficit que vive el país en materia de investigación y desarrollo”, agregó el especialista.

Este telescopio no sólo permitirá indagar en temas tan profundos y desconocidos como el origen del Universo, sino también tendrá un efecto práctico inmediato, como es poner a prueba la capacidad de los científicos e ingenieros mexicanos al generar conocimiento de muy alto nivel.

El telescopio se ubica en la cumbre del volcán Sierra Negra, municipio de Atzitzintla, Puebla, a 4 mil 581 metros de altura sobre el nivel del mar, lugar elegido estratégicamente por la excelente visibilidad del cielo.

El telescopio ha significado un gran reto para la ciencia e ingeniería mexicana, pues la zona elegida presenta bajas temperaturas, un sol inclemente, falta de oxígeno y vientos huracanados de más de 100 kilómetros por hora. “Estas condiciones nos pusieron a prueba, pero demostramos ser capaces de construir una estructura de alta precisión en condiciones ambientales desfavorables. Esto permitirá sacar experiencias para futuras construcciones que no necesariamente tienen que estar vinculadas con la astronomía, sino pueden referirse a proyectos de telecomunicaciones, antenas, puentes y sistemas robóticos de alta exactitud”, agregó.

El mantenimiento del GTM también ha permitido sacar importantes enseñanzas, en parte porque su buen funcionamiento requiere manejar con precisión milimétrica una antena parabólica del tamaño de una cancha de futbol sin que su masa se deforme.

Si bien la investigación de frontera es la principal razón de su desarrollo, las instalaciones del GTM serán un espacio de aprendizaje para estudiantes mexicanos y extranjeros, que podrán conocer y trabajar directamente en temas que antes sólo se podían realizar en otros países. “De hecho, ya se han desarrollado robots de alta exactitud donde participan estudiantes”, comentó el encargado del proyecto.

En tanto, las empresas también podrán encontrar nuevos espacios de negocios gracias a la iniciativa, lo que ha transformado al GTM en una interesante fuente de trabajo en el país. “Para que esto funcione a la perfección hemos requerido, y seguiremos necesitando, desde el tornillo más simple hasta complejos procesos de manufactura, como puede ser el recubrimiento de níquel.

Los requisitos de exactitud obligan a las empresas locales a mejorar sus procesos de fabricación y de control de calidad”, expuso Jáuregui Correa.

En la actualidad, México apenas invierte 0.4 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) en ciencia y tecnología. Esta cantidad no sólo es la más baja dentro de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), sino que también es menor que economías emergentes como China, con 1.5 por ciento o Brasil y Sudáfrica, que destinan 1.0 por ciento del PIB. Por lo que el Gran Telescopio Milimétrico es la punta de lanza de conocimiento que, eventualmente, puede incidir en el desarrollo científico nacional.
México,D.F.

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