miércoles, 22 de julio de 2009

Inaugurarán reyes de España el telescopio más grande del mundo en islas Canarias

En la construcción del telescopio Grantecam, que fue iniciada hace diez años, también participó la UNAM.

Para Galileo Galilei sería un sueño hecho realidad: cuatro siglos después de que el padre de la astronomía moderna descubriese las cuatro mayores lunas de Júpiter, en la isla canaria de La Palma comienza su andadura el telescopio más grande del mundo, que será inaugurado oficialmente este viernes por los reyes de España.
El Gran Telescopio Canarias (Grantecan), en el que también han colaborado Estados Unidos y México, a través de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), es tan potente como cuatro millones de pupilas humanas juntas y tan preciso que sería capaz de detectar un plato de lentejas en la Luna nueva o de distinguir los dos focos de un automóvil circulando en Australia.
"Es un milagro", afirmaba estos días Francisco Sánchez, director del Instituto Astrofísico de Canarias (IAC), que lanzó el proyecto en 1987. La construcción del telescopio, valorado en unos 130 millones de euros (184 millones de dólares), comenzó finalmente hace diez años a 2 mil 400 metros sobre el nivel del mar en la cima del Roque de los Muchachos, el pico más alto de la pequeña isla canaria.
En aquel entonces había mucho escepticismo y mucha incredulidad, porque nunca antes España había emprendido un proyecto científico de esta envergadura, según el físico y astrónomo Pedro Álvarez, quien dirige la empresa creada para la construcción del Grantecan.
"Había miedo al ridículo, como país y como administración del Estado, porque las autoridades se planteaban que no éramos capaces", declaró Álvarez al diario canario El Día. Hoy por hoy, sin embargo, España pertenece a la élite internacional en este campo.
Con el Grantecan, también conocido por sus siglas GTC, los científicos podrán adentrarse en profundidades del universo aún no alcanzadas, hasta casi llegar al origen del Cosmos, el gran estallido inicial o Big Bang, hace alrededor de 14 mil millones de años.
Su intención es investigar galaxias lejanas, observar la creación de estrellas y encontrar otros planetas fuera del sistema solar. "Obviamente sería genial que este telescopio nos pueda ayudar a descubrir un planeta que se asemeje al nuestro. Estoy convencido de que puede haber vida en otras partes del universo", dijo Álvarez cuando el Grantecan inició su periodo de prueba hace unos dos años.
Este gran "cazador de galaxias" cuenta con un espejo primario compuesto de 36 segmentos vitrocerámicos hexagonales que al acoplarse forman una superficie equivalente a la de un único espejo circular de 10.4 metros de diámetro. Cada uno de los 36 elementos pesa unos 500 kilogramos, con lo que su peso total asciende a 18 toneladas.
El espejo, construido por la empresa alemana Schott, tiene una superficie colectora de luz de 81.9 metros cuadrados, seis más que los otros grandes telescopios existentes hoy en día. En la astronomía, esa diferencia de tamaño supone un salto cualitativo importante.
En total, el telescopio pesa unas 400 toneladas. Aún así, basta un simple empujón con la mano para moverlo, ya que su estructura descansa sobre una superficie de aceite a alta presión que prácticamente hace que el Grantecan levite. La impresionante construcción que alberga al telescopio, una auténtica catedral de la astronomía, tiene un altura de 45 metros, lo que equivale a un edificio de 14 plantas y supera en altura a la catedral de Sevilla.
Los telescopios son como enormes embudos. Cuanto más grande el espejo, más luz pueden captar y más lejos pueden ver. Para compensar la curvatura del espejo que se forma cuando un telescopio de esta envergadura comienza a girar, el Grantecan trabaja con óptica activa, basada en unos sensores llamados "actuadores" que mantienen alineadas todas las piezas. De lo contrario, el resultado sería una imagen borrosa como la que reproducen los espejos baratos mal pulidos.
Otra ambiciosa técnica incorporada al GTC es la óptica adaptativa, que se utiliza para corregir la degradación de la luz que se produce cuando ésta atraviesa la atmósfera. A una ritmo de 200 correcciones por segundo, esta tecnología consigue compensar esas "aberraciones" de la luz para que la imagen sea nítida. Es como la diferencia que hay entre mirar un objeto situado en el fondo de una piscina con agua agitada o ver ese mismo objeto en una piscina en calma.
En la actualidad existen telescopios gigantes en la cumbre del extinguido volcán Mauna Kea en Hawaii (Keck I y Keck II) o en el Cerro Paranal en Chile, donde el European Southern Observatory (ESO) cuenta con el Very Large Telescope (VLT). Sin embargo, ninguno de ellos tiene las dimensiones del Grantecan. Además, su ubicación en Europa es única.
La Palma cuenta con un cielo despejado durante el 80 por ciento de las noches del año y, además, el firmamento está protegido de la contaminación lumínica mediante una ley aprobada en 1988 que prohíbe fuentes de luz ajenas. Asimismo, los vientos alisios reinantes en la cima de la isla son secos y hacen que las turbulencias disminuyan considerablemente. No en vano, el Grantecan es considerado el mejor instrumento para observar el cielo en el hemisferio norte.
En la cima del Roque de los Muchachos, el IAC y otros centros de investigación cuentan ya con otros observatorios. El GTC es financiado en gran parte por los gobiernos español y canario. Además forman parte del proyecto instituciones de México (la Universidad Autónoma de México y el Instituto Nacional de Astrofísica, Óptica y Electrónica) y de Estados Unidos (la Universidad de Florida), amén de la Unión Europea, que contribuye a través de los Fondos Europeos de Desarrollo Regional (FEDER). Madrid, España/DPA (La Jornada)

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