La feromona femenina 7,11-HD, considerada desde hace años como un potente afrodisiaco por la ciencia, tiene un papel como estimulante mucho más sutil de lo que se pensaba
Científicos de la Universidad de Toronto descubrieron que anular las feromonas puede hacer más atractiva al ejemplar, aún cuando carezca de aroma propio, publica en su portal el diario El País.
Los investigadores encabezados por Joel D. Levine anularon los genes responsables del olor sexual de algunas moscas de fruta Drosophila melanogaster e, independientemente de su género, resultaron especialmente atractivas para las moscas macho.
Para llegar a esa conclusión, publicada en la revista Nature, los investigadores se hicieron numerosas manipulaciones géneticas realizadas que dieron como resultado moscas con la misma característica que el abominable protagonista de la novela de Patrick Süskind El perfume, que carecía de olor propio.
Aunque las hembras no mostraban una atracción especial por ninguno de los dos sexos sin olor, la anulación de ese olor sexual desató un gran frenesí sexual entre los machos, que pretendían copular tanto con hembras como con machos carentes de feromonas.
"Las moscas macho cuyo olor sexual había sido reprimido presentaban comportamientos no naturales, como tratar de copular con las cabezas de los otros machos", dice Levine en el trabajo.
Además, los machos de otras especies hermanas también se sentían atraídos tanto por machos como por hembras de Drosophila melanogaster carentes de olor sexual.
Tras observar este comportamiento, Lovine y su equipo probaron devolver tanto a machos como a hembras su feromona específica. Y en ambos casos el acoso de los machos cesó de inmediato.
De manera que la feromona femenina 7,11-HD, considerada desde hace años como un potente afrodisiaco por la ciencia, tiene un papel como estimulante mucho más sutil de lo que se pensaba.
Los autores reconocen que aún es necesaria más investigación para determinar el porqué de la atracción por las moscas sin feromonas.
"Esta nueva investigación revela que una sóla feromona juega un papel central en el reconocimiento de moscas de diferente especie y en la elección de apareamiento", comentan en un artículo en la propia revista Nature los investigadores del Instituto de Biología del Desarrollo de Marsella, Nicolas Gompel y Benjamin Prud'homme.
Los investigadores encabezados por Joel D. Levine anularon los genes responsables del olor sexual de algunas moscas de fruta Drosophila melanogaster e, independientemente de su género, resultaron especialmente atractivas para las moscas macho.
Para llegar a esa conclusión, publicada en la revista Nature, los investigadores se hicieron numerosas manipulaciones géneticas realizadas que dieron como resultado moscas con la misma característica que el abominable protagonista de la novela de Patrick Süskind El perfume, que carecía de olor propio.
Aunque las hembras no mostraban una atracción especial por ninguno de los dos sexos sin olor, la anulación de ese olor sexual desató un gran frenesí sexual entre los machos, que pretendían copular tanto con hembras como con machos carentes de feromonas.
"Las moscas macho cuyo olor sexual había sido reprimido presentaban comportamientos no naturales, como tratar de copular con las cabezas de los otros machos", dice Levine en el trabajo.
Además, los machos de otras especies hermanas también se sentían atraídos tanto por machos como por hembras de Drosophila melanogaster carentes de olor sexual.
Tras observar este comportamiento, Lovine y su equipo probaron devolver tanto a machos como a hembras su feromona específica. Y en ambos casos el acoso de los machos cesó de inmediato.
De manera que la feromona femenina 7,11-HD, considerada desde hace años como un potente afrodisiaco por la ciencia, tiene un papel como estimulante mucho más sutil de lo que se pensaba.
Los autores reconocen que aún es necesaria más investigación para determinar el porqué de la atracción por las moscas sin feromonas.
"Esta nueva investigación revela que una sóla feromona juega un papel central en el reconocimiento de moscas de diferente especie y en la elección de apareamiento", comentan en un artículo en la propia revista Nature los investigadores del Instituto de Biología del Desarrollo de Marsella, Nicolas Gompel y Benjamin Prud'homme.
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