Cada año, esta pequeña ave marina recorre una media de 71 mil kilómetros en un viaje que parte de Groenlandia y termina en el mar interior de Weddell, junto a la Antártida
Las golondrinas del mar interior del Ártico viajan desde el Polo Norte al Polo Sur en sus migraciones anuales, un recorrido de unos 71 mil kilómetros, lo que equivale a tres viajes de ida y vuelta a la Luna en los 34 años que viven por término medio esas aves.
El estudio, realizado por científicos de la British Antartic Survey (BAS) y publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences, confirma la hipótesis vigente durante décadas de que la golondrina marina era la especie que recorría mayores distancias en sus migraciones en el transcurso de un año.
Cada año, esta pequeña ave marina recorre una media de 71 mil kilómetros en un viaje que parte de Groenlandia y termina en el mar interior de Weddell, junto a la Antártida, para después regresar a las fértiles tierras de la isla más grande del mundo.
Sin embargo, estas aves no viajan directamente al sur, sino que pasan casi un mes en alta mar, en el norte del Océano Atlántico, aproximadamente mil kilómetros al norte de las Azores.
Tras esta parada, las golondrinas continúan su largo viaje hacia el sur bordeando la costa noroeste de África, pero a la altura de Cabo Verde sorprenden con su comportamiento, ya que la mitad de la bandada prosigue su viaje por la costa africana, mientras que la otra mitad cruza el océano para seguir una ruta paralela por la costa este de Sudamérica.
Todas la aves pasan los meses de invierno del norte en diferentes puntos de las aguas antárticas y en su viaje de retorno a Groenlandia no optan por el camino más corto, sino que vuelan trazando una enorme "S" en el Océano Atlántico, un rodeo de varios miles de kilómetros en relación con la línea recta.
"El estudio ha proporcionado información muy detallada sobre los comportamientos migratorios de las aves a lo largo de un año, cuando normalmente es muy difícil para nosotros seguir sus recorridos con tanta exactitud", señala Carten Egevang, del Greenland Institute of Natural Resources, autor del informe.
Según Egevabg, el comportamiento de estas aves está íntimamente relacionado con parámetros físicos y biológicos con los que sus rutas se ven afectadas.
Por ejemplo, la parada de casi un mes en medio del Atlántico se debe a que son aguas muy productivas en las que se quedan a "repostar", ya que en las aguas que encuentran inmediatamente después en su viaje les resulta más difícil encontrar alimento.
La tecnología utilizada en esta investigación, en el que participaron científicos de Groenlandia, Dinamarca, Estados Unidos e Islandia, ha sido un " geolocalizador", que capta la intensidad de la luz, lo que permite registrar dos posiciones geográficas al día en la migración de las aves para vigilar la evolución de su viaje.
Este instrumento desarrollado por la BAS y que se les coloca las aves ha servido con anterioridad para averiguar las pautas migratorias de otros animales como los pingüinos, focas, albatros o gansos.
Londres, Inglaterra
Las golondrinas del mar interior del Ártico viajan desde el Polo Norte al Polo Sur en sus migraciones anuales, un recorrido de unos 71 mil kilómetros, lo que equivale a tres viajes de ida y vuelta a la Luna en los 34 años que viven por término medio esas aves.
El estudio, realizado por científicos de la British Antartic Survey (BAS) y publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences, confirma la hipótesis vigente durante décadas de que la golondrina marina era la especie que recorría mayores distancias en sus migraciones en el transcurso de un año.
Cada año, esta pequeña ave marina recorre una media de 71 mil kilómetros en un viaje que parte de Groenlandia y termina en el mar interior de Weddell, junto a la Antártida, para después regresar a las fértiles tierras de la isla más grande del mundo.
Sin embargo, estas aves no viajan directamente al sur, sino que pasan casi un mes en alta mar, en el norte del Océano Atlántico, aproximadamente mil kilómetros al norte de las Azores.
Tras esta parada, las golondrinas continúan su largo viaje hacia el sur bordeando la costa noroeste de África, pero a la altura de Cabo Verde sorprenden con su comportamiento, ya que la mitad de la bandada prosigue su viaje por la costa africana, mientras que la otra mitad cruza el océano para seguir una ruta paralela por la costa este de Sudamérica.
Todas la aves pasan los meses de invierno del norte en diferentes puntos de las aguas antárticas y en su viaje de retorno a Groenlandia no optan por el camino más corto, sino que vuelan trazando una enorme "S" en el Océano Atlántico, un rodeo de varios miles de kilómetros en relación con la línea recta.
"El estudio ha proporcionado información muy detallada sobre los comportamientos migratorios de las aves a lo largo de un año, cuando normalmente es muy difícil para nosotros seguir sus recorridos con tanta exactitud", señala Carten Egevang, del Greenland Institute of Natural Resources, autor del informe.
Según Egevabg, el comportamiento de estas aves está íntimamente relacionado con parámetros físicos y biológicos con los que sus rutas se ven afectadas.
Por ejemplo, la parada de casi un mes en medio del Atlántico se debe a que son aguas muy productivas en las que se quedan a "repostar", ya que en las aguas que encuentran inmediatamente después en su viaje les resulta más difícil encontrar alimento.
La tecnología utilizada en esta investigación, en el que participaron científicos de Groenlandia, Dinamarca, Estados Unidos e Islandia, ha sido un " geolocalizador", que capta la intensidad de la luz, lo que permite registrar dos posiciones geográficas al día en la migración de las aves para vigilar la evolución de su viaje.
Este instrumento desarrollado por la BAS y que se les coloca las aves ha servido con anterioridad para averiguar las pautas migratorias de otros animales como los pingüinos, focas, albatros o gansos.
Londres, Inglaterra
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